A pesar de los años de crecimiento y del auge de la pandemia, el 2022 resultó ser un año duro para gigantes tecnológicos como Meta, Amazon, Alphabet y Twitter. En las últimas semanas, hemos visto despidos masivos en el sector tecnológico, nuevos líderes que han provocado cambios organizativos desastrosos y recortes en gastos en toda la industria tecnológica. Con una posible recesión y una caída en picado de los ingresos, el 2023 será revelador en cuanto al futuro de las Big Tech.
En noviembre, el CEO de Meta Mark Zuckerberg anunció que la empresa recortaría casi el 13 % de su plantilla (11 000 puestos de trabajo) y pidió que se suspendieran las contrataciones. Amazon hizo lo mismo después de que sus beneficios del tercer trimestre no cumplieran las expectativas y despidió a 10 000 empleados en puestos relacionados con la tecnología. La semana pasada, el CEO de Google, Sundar Pichai, anunció el despido de 12 000 empleados. Y, por supuesto, el último CEO de tecnología, Elon Musk, despidió a cerca de dos tercios de la plantilla de Twitter. La industria se encuentra en un momento más inestable que nunca. Y, por ello, nos vemos obligados a abordar algunas de las causas profundas de este sector tan precario.
Esta etapa está marcada por una mayor inestabilidad, una concentración del capital financiero especulativo, una economía posfordista y una mayor desigualdad en los ingresos. La tecnología experimentó un auge durante la pandemia porque fue capaz de captar una mayor audiencia al pasar a trabajar desde casa y descentralizar aún más las formas en las que participamos en el flujo de capital. Sin embargo, el éxito de la tecnología no está necesariamente ligado a los beneficios reales; está respaldado en gran medida por la especulación de los inversores y las ganancias potenciales previstas por los accionistas y economistas. Dicho de otro modo, la industria tecnológica no está atravesando un mal momento que vaya a poder superar fácilmente, sino más bien todo lo contrario: su estructura precaria está quedando al descubierto.
Dicho esto, estos cambios drásticos no se deben entender como fracasos de la industria. Podríamos decir que son un bache en el camino de un sector que ha demostrado ser más que flexible. Las estructuras descentralizadas de la industria tecnológica permiten avances y colaboraciones que solían ser impensables en anteriores iniciativas empresariales. Las estructuras basadas en plataformas proporcionan formas fluidas de conectar a los usuarios, consumidores y clientes. En otras palabras, las concepciones tradicionales de la creación de empresas sostenibles no se aplican necesariamente a la industria. A pesar de lo inquietantes que puedan parecer a corto plazo los cambios en el sector, el futuro de las Big Tech está marcado por grandes posibilidades.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
En 2022, las Big Tech reclamaban un valor de mercado combinado de unos 2,5 billones de dólares según J.P. Morgan. A pesar de vivir una década de fuerte crecimiento, el sector tecnológico se encontró con unos tipos de interés crecientes, una inflación galopante y una dependencia de los inversores externos frente a las empresas que obtienen beneficios reales. Con la presión de tener que adaptarse rápidamente a los cambios económicos para mantenerse a flote, el sector buscó soluciones rápidas para sobrevivir a los tiempos de inseguridad.
Los cambios actuales en la industria tecnológica se pueden atribuir a cinco factores:
Estructuras de costes infladas
Diseño empresarial insostenible
Cambios en los patrones de consumo
Dificultades en la cadena de suministro
Competencia en el sector
Estructuras de costes infladas
Las Big Tech presumían antaño de condiciones laborales de lujo, beneficios para los empleados, presupuestos inflados y oficinas en todo el mundo. Sin embargo, esas ventajas resultan insostenibles si no se pueden asegurar los beneficios. El auge de la pandemia generó la necesidad de contratar a los mejores talentos del sector. Por lo tanto, los trabajadores se aseguraron mejores paquetes salariales y prestaciones, ya que las empresas luchaban por atraer y retener talento. Las empresas se ven obligadas a hacer frente a estas estructuras de costes infladas y a recortar los beneficios, reducir las huellas inmobiliarias globales y despedir a empleados «no esenciales».
Diseño empresarial insostenible
Debido al auge de la tecnología, la gran mayoría de empresas tecnológicas tienen estructuras financieras que dependen en gran medida de las inversiones externas. En momentos de mayor inseguridad económica, las empresas deben demostrar que pueden seguir siendo rentables para los inversores. La actual subida de los tipos de interés hace que los inversores busquen rendimientos rápidos de las inversiones, lo que obliga a las empresas a buscar también soluciones a corto plazo. Estas incluyen decisiones insostenibles como los recortes de personal para inflar los precios de las acciones y que parezca que se están maximizando los beneficios.
Una vez más, el sector se ha apoyado en la especulación de los inversores. Doug Anmuth, jefe de equipo de internet en EE. UU. de J.P. Morgan, explica lo siguiente: «Algunas de las oportunidades clave para las Big Tech en 2023 son la reducción de las estructuras de costes mediante la reducción de personal y una mayor disciplina operativa, un mayor enfoque en los beneficios y el flujo de caja, apoyándose de forma responsable en nuevos motores de crecimiento y ganando cuota de mercado durante este duro período macroeconómico». Al recortar estructuras de costes y atraer a inversores, las empresas se pueden asegurar soluciones a corto plazo. Eso sí, estas decisiones empresariales no son sostenibles a largo plazo.
Cambios en los patrones de consumo
Debido a los importantes cambios económicos, la inflación, el precio del alquiler y la seguridad económica general, el gasto de los consumidores se ralentizó en 2022. Los artículos no esenciales, como algunas nuevas tecnologías, son los primeros en desaparecer cuando los consumidores se encuentran ante situaciones económicas más precarias. Por ejemplo, Apple vio una ralentización en los mercados de teléfonos y smartphones y se vio obligada a reducir la producción del iPhone 14. Esta es la realidad que afecta a todo el sector de la tecnología: cuando el gasto discrecional se ralentiza, la industria recibe un golpe.
Dificultades en la cadena de suministro
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, hemos visto grandes amenazas a la cadena de suministro mundial. Esto se debe al cierre de fábricas durante la pandemia, a conflictos como la guerra de Ucrania y a otras amenazas al transporte mundial, desde el aéreo al ferroviario:
Amazon tiene dificultades para entregar sus productos a un ritmo rápido debido a los problemas operativos relacionados con los repartidores.
Apple tiene problemas para garantizar una producción rápida de sus dispositivos debido al cierre de fábricas y al malestar de los trabajadores en Zhengzhou, China.
Microsoft registró su peor crecimiento trimestral de ingresos en cinco años. Señalaron el aumento de los costes energéticos como uno de los factores que limitan su capacidad para obtener beneficios.
Para la tecnología, un sector que se basa en el flujo fluido de bienes y servicios, las amenazas a la cadena mundial de suministro afectan en gran medida a los bienes y servicios que la industria puede proporcionar.
Competencia en el sector
La tecnología es atractiva y las plataformas se desarrollan rápidamente porque las barreras de entrada son mínimas y las posibilidades de innovación infinitas. El sector ha crecido exponencialmente en poco tiempo, por lo que la competencia es feroz. TikTok, por ejemplo, ha superado a Instagram, Snapchat, YouTube y Facebook y se ha convertido en la plataforma de redes sociales más utilizada. Otras aplicaciones también suponen una amenaza para empresas tecnológicas como Meta y Alphabet. Se trata de una industria que crece rápidamente y la presión para adaptarse a las presiones del mercado y competir con otras plataformas es alta.
No todo es pesimismo: el futuro de las Big Tech
El caos que hemos presenciado en las últimas semanas no se debe entender en absoluto como el fin de la industria tecnológica. En todo caso, los cambios en el sector se deben considerar como dificultades de crecimiento, pero también como oportunidades para reorientar las estrategias empresariales y las estructuras organizativas. Las presiones macroeconómicas, las dificultades de la cadena de suministro y la competencia en la industria son una realidad en cualquier sector. Lo importante aquí es comprender el panorama actual de las Big Tech. Los despidos nos recuerdan la precariedad de este trabajo. La inseguridad que sentimos es un reflejo de la forma en la que todo el sector está improvisando. No se trata entonces de eliminar ese riesgo, sino de encontrar nuevas formas de aprovecharlo. Apoyarse en las estructuras fluidas que proporciona el trabajo tecnológico descentralizado será cada vez más necesario para que este sector funcione para nosotros.
Ver cómo pasan dificultades las empresas más ricas asusta, pero con un análisis adecuado, los cambios se pueden entender como posibilidades más que como amenazas para el futuro de las Big Tech. Lo que siempre ha sido importante para las Big Tech es la flexibilidad y la circulación fluida de bienes y servicios. A partir de aquí, se deben desarrollar nuevas estrategias empresariales para garantizar que las empresas tecnológicas puedan encontrar soluciones a más largo plazo y no solo se basen en dar una falsa imagen de rentabilidad. ¿Cómo ocurre esto? De la siguiente manera:
Diversificando los flujos de ingresos
Identificando los cuellos de botella en la cadena de suministro y encontrando formas de reducir esas amenazas potenciales
Creando alianzas estratégicas con competidores para ser más resilientes juntos.
Una era más sostenible para las Big Tech significa simplemente obtener un mejor análisis de la industria actual y aplicar los cambios necesarios para ser más resilientes ante un sector cuyos éxitos se deben a su estructura en constante cambio.
Lo emocionante aquí es la posibilidad que prometen las Big Tech. Por supuesto, nos encontramos con una industria en un momento de cambio y sometida a una gran tensión, pero el potencial de crecimiento, las nuevas estrategias y estructuras empresariales y la oportunidad de que nuevos competidores participen en la industria son emocionantes.