El derecho a la educación, el voto femenino, la igualdad ante la ley o los derechos reproductivos son fruto de un movimiento que hoy tiene en la brecha salarial uno de sus principales retos. En los últimos días, el clúster ClosinGap, que estudia las principales brechas de género, ha publicado un informe en el que se sostiene que las remuneraciones salariales percibidas por las mujeres españolas son un 21,9% inferiores a las de los hombres, lo que se traduce en una diferencia anual de 5.784 euros.
Silvia Barroso es UX Manager de Air Europa y a lo largo de su trayectoria ha experimentado las barreras a las que las mujeres tienen que hacer frente en el mercado laboral. ‘Lo primero en lo que se fijan es en tu físico, en tu edad, en tu forma de ser, en si eres madre o quieres serlo y en la importancia que le das a la familia frente al trabajo’, explica.
‘Sé que a lo largo de mi carrera he cobrado mucho menos de lo que ganaría un hombre con mi experiencia y eso es algo triste e injusto, además de un problema cuando te toca ser la encargada de aportar las principales ganancias en casa’, añade Barroso, que ejemplifica el hecho de que la maternidad penaliza a las mujeres, mientras que la paternidad favorece el desarrollo laboral de los hombres.
En los últimos años, la tasa de empleo para los hombres de entre 25 y 49 años con niños menores de 12 años ha sido de un 88%, mientras que si hablamos de ellas, el porcentaje se limita al 66,6%, y al 72,4% entre las que no son madres.
Aunque el número de mujeres en edad de trabajar es un 5,4% mayor que en el caso de los hombres, la infrarrepresentación es un hecho. El llamado techo de cristal se refleja en la proporción de mujeres en los consejos de las empresas del IBEX 35, donde la presencia femenina se limita al 26%.
La actriz y humorista Virginia Riezu, que estos días se sube al escenario del Palacio de la Prensa madrileño con su monólogo ‘Para ser mujer eres bastante graciosa’ mientras participa en programas radiofónicos como ‘A vivir que son dos días’ en Cadena Ser, recuerda que ‘cuando empezaba a hacer bolos me costaba más que me contratasen, porque no se fiaban de que fuese a hacerlo bien. Nos colectivizaban: si una lo hacía mal ya éramos malas todas las cómicas’, tras lo que confiesa que ahora siente que hay más conciencia.
Sabemos que en las últimas décadas se ha avanzado en materia de igualdad en el mercado, pero aún existen barreras invisibles que dificultan el acceso a los puestos más altos. Las mujeres sólo ocupan un 8% de los cargos de presidencia y un 9% de los puestos directivos.
¿En quién sigue recayendo la responsabilidad de combinar trabajo, compromisos familiares y vida personal? De media, ellas dedican dos horas más que los hombres a las tareas del hogar y 46 minutos extra al cuidado de los hijos.
Riezu anima a ‘asaltar el poder, trabajar y creer en nosotras mismas, haciendo frente al síndrome del impostor’, mientras que la Senior Service Designer en Sopra Steria Sara Valero reclama que ‘las mujeres tenemos que estar representadas en la dirección, coordinación, equipos docentes y alumnado de los másters y cursos que se imparten, y más aún cuando hablamos de profesiones de futuro’.
Valero forma parte del escaso 3% de mujeres españolas que cuenta con un título superior en el ámbito tecnológico. Ante este dato la escuela Ironhack siente el compromiso social de posicionarse, ofreciendo un 10% de descuento en sus bootcamps para hacer frente a la brecha digital de género, algo que ya han aprovechado más de 1500 mujeres, con 800 de ellas ya graduadas. La escuela apuesta, por otra parte, por visibilizar al mayor número de referentes femeninos a través de los eventos y charlas habituales que se imparten en sus instalaciones.
‘Me emociona cuando trabajo con mujeres que lideran con empatía y colaboración. Me enseñan que trabajar como equipo nos prepara para afrontar mejor los retos de futuro, que sólo tiene sentido trabajar con ideas compartidas, que la información es de todas y que eso nos ayuda a apoyarnos cuando lo necesitamos. El éxito en los proyectos y organizaciones casi nunca es técnico, es humano’, concluye Sara. Frente a la desigualdad, educación y conciencia.